Una vez no es suficiente by Natalie Anderson

Una vez no es suficiente by Natalie Anderson

autor:Natalie Anderson
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2015-11-13T23:00:00+00:00


Capítulo Siete

Rosanna no regresó en toda la noche, aunque sí envió un mensaje por la mañana.

El domingo, Sophy no salió de su casa, pero el lunes llegó, como de costumbre, con diez minutos de adelanto al trabajo.

Oyó las voces antes de llegar al despacho. La chica era muy guapa y ya estaba sentada ante el escritorio de Sophy. Kat le explicaba cómo funcionaba el ordenador.

–Hola –Sophy sonrió, el paradigma de los buenos modales.

–Hola, Sophy –Kat se volvió hacia ella–. Te presento a Jemma, ha venido a ayudarte.

Sí, claro, a ayudarla, como si necesitara ayuda. Como si necesitara una bonita muñeca para hacer su trabajo. ¡Por favor! ¿Después de haberse dedicado toda una semana en cuerpo y alma a organizarlo todo? Pero, dado que el trabajo estaba hecho, ya no era necesaria.

Dado que se había acostado con ella, no la quería ver cerca.

Los celos y el resentimiento se le acumularon en el interior.

–¿Te importa continuar explicándoselo tú? –consiguió preguntar.

Kat asintió.

–Estupendo –ella ya no era necesaria–. Tengo que ver a Lorenzo.

–Está por aquí –Kat volvió a asentir–. Lo he visto antes.

Sophy recorrió los escasos metros que la separaban de su despacho. Vacío. Comprobó los demás despachos, pero no encontró a Lorenzo.

Tampoco estaba en el patio. Lo encontró en el almacén de vinos, inclinado sobre un palé de botellas preparadas para enviar. Se irguió y la observó mientras se acercaba a él.

–Has contratado a una eventual.

–Sí.

–Creía que la idea era no disgustar a Cara contratando a una eventual sin idea de nada –ese había sido el argumento principal de Lorenzo–. ¿Tienes idea de lo mucho que he trabajado?

–Lo sé. Un crío de cinco años sería capaz de comprender el sistema de archivos que has instaurado. Ahora es el momento perfecto para una eventual.

–Querrás decir que es el momento perfecto para deshacerte de mí.

–¿Por qué estás tan enfadada? –Lorenzo se acercó a ella–. Yo creía que tenías otras cosas que te apetecía más hacer.

–Ya no quieres verme más por aquí. Te avergüenzas. Eres tú el que se siente incómodo.

–Esa no es la razón por la que he contratado a una eventual.

–Lo que te pasa es que no puedes con ello. Cualquier cosa remotamente personal que suceda en tu vida, te supera.

–Lo que pasó entre nosotros no tiene nada que ver con su presencia aquí.

–Mentira, Lorenzo. Al menos sé sincero y admítelo. Quieres que desaparezca.

–En realidad es todo lo contrario –él soltó un juramento–. Ven conmigo.

Puesto que la tenía fuertemente agarrada por la muñeca, Sophy no tuvo mucha elección.

La arrastró fuera del almacén y la llevó escalera arriba hasta una habitación vacía al fondo del pasillo.

Allí la soltó y cerró la puerta de un portazo, volviéndose hacia ella con los brazos extendidos.

–Este es el motivo.

–No te sigo –Sophy miró a su alrededor. La estancia estaba vacía, salvo por una mesa en el centro y varias sillas a su alrededor.

–Puedes instalarte aquí –visiblemente furioso, Lorenzo se lo explicó–. Trabajar el resto del día, parte de la noche si así lo deseas. Terminar las joyas a tiempo para la exposición.



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